Si alguien ha seguido su bitácora y recuerda mis comentarios sabrá el tiempo que he dedicado a ejercer de oposición, a tratar de desmontar muchas de sus historias, muchas de sus acusaciones de censura en Blogalia, y a denunciar sus (para mi) rechazables métodos de crítica.
Dicho lo cual he de decir que mucho peor que lo que él había hecho me parece lo perpetrado por el hacker que le ha tirado el blog abajo. No sólo es un grandísimo gilipollas por hacer una putada de semejante calibre, no sólo es un gilipollas por atentar contra uno de los derechos y una de las libertades más básicas, el derecho de opinión y expresión, sino que además es un gilipollas imbécil por haber potenciado aquello que quería destruir. Borjamari abrirá otro blog y lo hará con muchas más simpatías que las que tenía antes, entre otras cosas porque yo voy a renunciar a ser su contraopinión, porque no quiero que nadie entienda que mi postura y la del hacker tienen nada que ver. Las opiniones y los modos, por mucho que nos disgusten, se comparten con contra-opiniones y con contra-modos, jamás con la censura o cualquier otra posición de fuerza.
Desde aquí mi apoyo a Borjamari en ésta situación, quizás algún día vuelva a convertirme en tu némesis.