Siempre he pensado que las mariposas eran unas torpes voladoras, que el lugar donde terminaban era fruto de una negociación entre ellas y las corrientes de aire, incluso en esos días en que no sopla el más mínimo viento.

Cuan equivocado estaba, hoy una mariposa me ha demostrado que saben correr y pillar las curvas derrapando.

Estaba yo probando el zoom de mi cámara con esta preciosidad, que en vuelo aún es más hermosa al adquirir un tono amarillo limón más brillante todavía, cuando la intervención mi perra la hizo huir, con el resultado de que otra mariposa color castaño la vio y se lanzó tras ella como si fuese una golondrina, con espectaculares cambios de sentido y un impresionante vuelo en línea recta hacia su presa (no pude ver el final, pero me da que no quería comérsela exactamente, o quizás sí...)



En el paseo también probé eso de la foto macro. El resulado es mejor de lo que esperaba, aunque no tan bueno como la cámara permite: