Everwood (decididamente me gusta la serie), un episodio de hoy:

Una niña pequeña está sentada en la barra de un bar, frente a ella hay un vaso, muy cerca del borde. Le ha pedido a Dios que le muestre que existe, para lo cual sólo tiene que empujar el vaso un poco.

Es huérfana de madre, de hace poco. Necesita saber que Dios existe, porque como dice ella "Si Dios no existe no existe el cielo, y si el cielo no existe ¿Dónde está mamá?"

Es ese miedo último, y con él esa última esperanza, el aspecto que más me impresiona en los creyentes. La razón por la que suelo sentir remordimientos cuando trato de convencerles de que no hay ningún Dios. ¿Qué ganarían perdiendo la última esperanza ante ese miedo? ¿Enfrentarse a él? ¿Aceptar la muerte que intentan negar? Puede ser, pero no estoy seguro de que eso les haga más felices, yo no creo ser más feliz por el hecho de haber aceptado que la muerte es el final.

La única pena es que si creen que Dios existe lo embadurnan de un montón de normas y dogmas, y no se conforman con vivir de acuerdo a ello, pretenden que los demás vivamos también de acuerdo a esas creencias, y ahí es donde ya no puedo evitar entrar en discusión. Discusión que luego recuerdo con remordimientos. No hay sólución, ellos no pueden evitarlo y yo tampoco.

Bienaventurados los creyentes que no necesitan convencer a los demás, porque me hacen la vida más fácil.