Luego están los culebrones auténticos, donde lo fundamental es que tienen una única trama, y donde lo fundamental son las relaciones entre personajes, los amores, odios, peleas, cuernos y docenas de hijos ilegítimos y/o sin padre conocido. Quizás hayan evolucionado, hace años que no sigo ninguno. Algo fundamental en los culebrones es que las historias no concluyan, no importa lo que suceda, si algo tiene fin se acabó la historia y en un culebrón las cosas deben estirarse hasta donde sea necesario para justificar los chorrocientos capítulos.
El caso es que ayer me vi dos nuevos episodios de ¿Lo adivináis? Sí, Everwood. Y a continuación me fui a la web e echarle un vistazo al resto de la temporada y a las dos temporadas que no han echado aquí, un vistazo muy general para ver los derroteros por dónde se irá la serie.
Y mi sorpresa es que esta serie tiene bastantes más componentes de culebrón de los que a mí me gustaría reconocer, los suficientes para que se me haya pasado un poco la fiebre. No los voy a enumerar para no haceros un spoiler a quienes la estáis siguiendo, pero me he sentido un poco a disgusto con la idea. Seguiré viendo los episodios porque independientemente de esta parte hay otras cosas que merecen la pena, pero paso de crearme adicción a una serie de elementos que sé que no tendrán conclusión hasta dentro de por lo menos 40 o 50 episodios más.