La película en sí es bastante flojucha y no ha conseguido sacarme ninguna carcajada aunque sí varias sonrisas, y lo cierto es que mi pequeña aversión a la trompeta (creo que comparto esto con uno de los grandes genios de la clásica, pero no recuerdo con cual) me ha impedido disfrutar de los números musicales, razón de ser de este híbrido comedia-musical, con más de lo segundo que de lo primero.
El único punto gracioso ha sido el toque álgido del final, con una escena a lo camarote de los hermanos Marx, brillantemente resuelto (aunque de forma absolutamente increíble) con la salida de las tres chicas y el músico del armario. En contra, el modo en que se resuelve la trama, con el 'plin' final que lo soluciona todo y que deja a las claras que la trama era una excusa para los gags del protagonista y los números musicales.
Y el otro punto brillante, para mi gusto al menos, es el protagonista masculino, un tal Red Skelton al que no recordaba y que es un cómico de los de sobreactuar de lo lindo, a pesar de todo me ha resultado simpático. Tras verlo durante hora y media me da la impresión de haberlo visto en más situaciones, en películas menores, o al menos yo no lo recuerdo en ninguno de los grandes títulos de la época (de los pocos que yo he visto), buscando por encima salen algunas películas que no recuerdo, excepto Aquellos chalados en sus locos cacharros, una película que recuerdo de mi niñez.
Esther Williams era preciosa, y sin duda una gran nadadora, pero su estética también se aleja demasiado de los gustos actuales para convertirse en musa.
