Es el título de la próxima película de Natalie Portman que veremos en España, la fecha prevista es a principios de Abril.
Garden State es ante todo una película muy personal, Zach Braff escribió el guión, la dirigió y la protagoniza, así que casi todo lo bueno y todo lo malo se le puede atribuir a él.

Y desde luego se puede decir que es una película muy personal, convierte a la cámara en protagonista muy a menudo, sobre todo al inicio, usando planos muy extraños para trasmitir algunas sensaciones al espectador que, con una narración normal, necesitarían mucho más metraje para ser contadas. Aunque lo cierto es que para un espectador tan primario como yo llega a ser confuso tanto juego de cámara, cámara lenta, cámara rápida, planos desde la vertical de la escena, cualquier cosa le sirve para dar un efecto concreto; y en general una dirección tan atrevida la narración suele resultarme más confusa que aclaratoria. Hay escenas que por momento parecen no venir a cuento, calculada la fotografía con detalle pero situada luego en una secuencia donde te quedas con lo preciosista de la composición más que con lo que intenta narrar, como sucede también por momento con la música, excesivamente protagonista por momentos.
Soy primario en muchas cosas, o anticuado, me gusta que la cámara no se note en una narración porque me gusta centrarme en lo que sucede olvidándome que estoy viendo una película. A veces te puedes saltar eso para conseguir efectos que conviertan tu trabajo en una obra maestra, pero es mucho más arriesgado porque si el espectador no conecta puede salir muy defraudado, a veces incluso simplemente se queda a medias entre la duda de si ha visto una obra maestra o un repollo. A mí me pasó, por ejemplo, con Olvídate de mí, aún no he decidido si me gusta o si simplemente me he quedado a un paso de conseguir la empatía suficiente para considerarla una obra maestra, algo que me paso sin embargo con otra película de realización valiente y original como El show de Truman. No es que ni una ni otra sean comparables a Garden State más allá de estar realizadas con atrevimiento, espero que se compranda lo que quiero decir.
Y si atrevida es la dirección no lo es menos el guión que casi podríamos definir como absurdo. El inicio de la película es una sucesión de escenas con transiciones un tanto extrañas, sales por la puerta de un comedor de un restaurante y estás en un aeropuerto, y cosas por el estilo, ahí casi consigue confundirme del todo. Luego te dan la situación inicial de la historia, el chico recibe una llamada de su padre diciéndole que su madre ha muerto y ha de volver a la casa de sus padres para el entierro. Un entierro con situaciones tan alucinantes como una mujer diciéndole que le sobró género y le ha hecho una camisa y que tiene que probársela antes de irse por si hay que arreglarla, todo eso en el funeral de su madre. Y luego ves de dónde le sobró el género:

Uno de sus viejos amigos es el enterrador, con el que se va de juerga esa noche, los demás amigos viven cada uno de forma más extraña con el unico punto en común del alcohol y las drogas de diseño como forma de diversión. Luego conoce a Sam (Natalie Portman), una chica alegre, divertida, mentirosa, y cuya casa es todavía más absurda que el resto de personajes que ya han pasado, y la película se convierte en una especie de road movie en la que el amigo enterrador, Sam, y el protagonista

van pasando de una situación desconcertante a otra todavía más desconcertante, todo a lomos de una vieja motocicleta con sidecar de los tiempos de la primera guerra mundial.

Todavía no tengo claro si toda esa sucesión de extraños e increíbles momentos me resultan divertidos, he sonreído en ocasiones y reído en algún punto particular, pero no es la clase de humor que te provoca una carcajada, es mucho más absurdo, nostálgico y casi cínico por momentos. Creo que sí gustará al público en general.
Pero, afortunadamente para mí, hay algo que hace que ya me merezca la pena ver la película, y es que Natalie Portman es capaz de salvar con éxito casi cualquier escena en la que esté. La pelicula es una sucesión de caras neutras del protagonista sin saber reaccionar a lo que le va pasando (hay una razón para ello, pero se sabe muy avanzada la cinta) hasta el final donde ha de interpretar un par de escenas dramáticas y donde cumple con corrección (más por voz y entonación que gestualmente), una de ellas por cierto con un gran, como casi siempre Ian "Bilbo" Holm que interpreta al padre del protagonista. Pero... el papel de Natalie es opuesto, se trata de una actuación rápida, vibrante, llena de energía y vitalismo; y demonios, ese sí que es un papel que la chica puede desempeñar; en realidad puede con cualquiera, pero el dinamismo y la frescura que le trasmite a su personaje hacen que se convierta en una mujer bonita.
Y os aseguro que no estaba premeditado, pero nada más terminar de ver la cinta me vino a la cabeza el pequeño monólogo del chiflado pelirojo de Beautiful Girls:
" Una chica guapa puede provocarte mareos.
Como cuando bebes whisky con coca-cola.
Puede hacerte sentir bien.
Repleto de lo mejor que conoce el hombre, de promesas.
La promesa de un día mejor.
La promesa de una mayor esperanza.
La promesa de un nuevo mañana.
Ese aura particular puede hallarse en los andares de una chica guapa.
En su sonrisa y su alma.
En el modo en que hace que parezca que todo en la vida va a salir bien.
Eso es lo que son, promesas embotelladas.
Imágenes de un nuevo día. La esperanza sobre tacones de aguja.
Una mujer hermosa es todopoderosa.
Y eso es tan bueno como el amor.
Tan bueno como el amor."
Naturalmente una chica bonita es eso mientras no la conoces, mientras sólo es una imagen en un poster o en una pantalla. Luego en el día a día necesitas enamorarte de ella para que siga siendo todo eso (ni siquiera necesitas que ella se enamore de ti). Pero mientras siguen siendo entes abstractos es bonito dejar que se conviertan en un sueño.
Y Natalie Portman es un sueño, es una mujer bonita. ¿Me estaré volviendo tan chiflado como aquel pirado pelirojo?
Garden State es ante todo una película muy personal, Zach Braff escribió el guión, la dirigió y la protagoniza, así que casi todo lo bueno y todo lo malo se le puede atribuir a él.

Y desde luego se puede decir que es una película muy personal, convierte a la cámara en protagonista muy a menudo, sobre todo al inicio, usando planos muy extraños para trasmitir algunas sensaciones al espectador que, con una narración normal, necesitarían mucho más metraje para ser contadas. Aunque lo cierto es que para un espectador tan primario como yo llega a ser confuso tanto juego de cámara, cámara lenta, cámara rápida, planos desde la vertical de la escena, cualquier cosa le sirve para dar un efecto concreto; y en general una dirección tan atrevida la narración suele resultarme más confusa que aclaratoria. Hay escenas que por momento parecen no venir a cuento, calculada la fotografía con detalle pero situada luego en una secuencia donde te quedas con lo preciosista de la composición más que con lo que intenta narrar, como sucede también por momento con la música, excesivamente protagonista por momentos.
Soy primario en muchas cosas, o anticuado, me gusta que la cámara no se note en una narración porque me gusta centrarme en lo que sucede olvidándome que estoy viendo una película. A veces te puedes saltar eso para conseguir efectos que conviertan tu trabajo en una obra maestra, pero es mucho más arriesgado porque si el espectador no conecta puede salir muy defraudado, a veces incluso simplemente se queda a medias entre la duda de si ha visto una obra maestra o un repollo. A mí me pasó, por ejemplo, con Olvídate de mí, aún no he decidido si me gusta o si simplemente me he quedado a un paso de conseguir la empatía suficiente para considerarla una obra maestra, algo que me paso sin embargo con otra película de realización valiente y original como El show de Truman. No es que ni una ni otra sean comparables a Garden State más allá de estar realizadas con atrevimiento, espero que se compranda lo que quiero decir.
Y si atrevida es la dirección no lo es menos el guión que casi podríamos definir como absurdo. El inicio de la película es una sucesión de escenas con transiciones un tanto extrañas, sales por la puerta de un comedor de un restaurante y estás en un aeropuerto, y cosas por el estilo, ahí casi consigue confundirme del todo. Luego te dan la situación inicial de la historia, el chico recibe una llamada de su padre diciéndole que su madre ha muerto y ha de volver a la casa de sus padres para el entierro. Un entierro con situaciones tan alucinantes como una mujer diciéndole que le sobró género y le ha hecho una camisa y que tiene que probársela antes de irse por si hay que arreglarla, todo eso en el funeral de su madre. Y luego ves de dónde le sobró el género:

Uno de sus viejos amigos es el enterrador, con el que se va de juerga esa noche, los demás amigos viven cada uno de forma más extraña con el unico punto en común del alcohol y las drogas de diseño como forma de diversión. Luego conoce a Sam (Natalie Portman), una chica alegre, divertida, mentirosa, y cuya casa es todavía más absurda que el resto de personajes que ya han pasado, y la película se convierte en una especie de road movie en la que el amigo enterrador, Sam, y el protagonista

van pasando de una situación desconcertante a otra todavía más desconcertante, todo a lomos de una vieja motocicleta con sidecar de los tiempos de la primera guerra mundial.

Todavía no tengo claro si toda esa sucesión de extraños e increíbles momentos me resultan divertidos, he sonreído en ocasiones y reído en algún punto particular, pero no es la clase de humor que te provoca una carcajada, es mucho más absurdo, nostálgico y casi cínico por momentos. Creo que sí gustará al público en general.
Pero, afortunadamente para mí, hay algo que hace que ya me merezca la pena ver la película, y es que Natalie Portman es capaz de salvar con éxito casi cualquier escena en la que esté. La pelicula es una sucesión de caras neutras del protagonista sin saber reaccionar a lo que le va pasando (hay una razón para ello, pero se sabe muy avanzada la cinta) hasta el final donde ha de interpretar un par de escenas dramáticas y donde cumple con corrección (más por voz y entonación que gestualmente), una de ellas por cierto con un gran, como casi siempre Ian "Bilbo" Holm que interpreta al padre del protagonista. Pero... el papel de Natalie es opuesto, se trata de una actuación rápida, vibrante, llena de energía y vitalismo; y demonios, ese sí que es un papel que la chica puede desempeñar; en realidad puede con cualquiera, pero el dinamismo y la frescura que le trasmite a su personaje hacen que se convierta en una mujer bonita.
Y os aseguro que no estaba premeditado, pero nada más terminar de ver la cinta me vino a la cabeza el pequeño monólogo del chiflado pelirojo de Beautiful Girls:
" Una chica guapa puede provocarte mareos.
Como cuando bebes whisky con coca-cola.
Puede hacerte sentir bien.
Repleto de lo mejor que conoce el hombre, de promesas.
La promesa de un día mejor.
La promesa de una mayor esperanza.
La promesa de un nuevo mañana.
Ese aura particular puede hallarse en los andares de una chica guapa.
En su sonrisa y su alma.
En el modo en que hace que parezca que todo en la vida va a salir bien.
Eso es lo que son, promesas embotelladas.
Imágenes de un nuevo día. La esperanza sobre tacones de aguja.
Una mujer hermosa es todopoderosa.
Y eso es tan bueno como el amor.
Tan bueno como el amor."
Naturalmente una chica bonita es eso mientras no la conoces, mientras sólo es una imagen en un poster o en una pantalla. Luego en el día a día necesitas enamorarte de ella para que siga siendo todo eso (ni siquiera necesitas que ella se enamore de ti). Pero mientras siguen siendo entes abstractos es bonito dejar que se conviertan en un sueño.
Y Natalie Portman es un sueño, es una mujer bonita. ¿Me estaré volviendo tan chiflado como aquel pirado pelirojo?
01:00 del 2005-03-02 #
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