EL ARZOBISPO DE VALENCIA SIGUIÓ LA LÍNEA DE ACUSACIONES DE RAJOY.
Fuente: Levante-EMV, Valencia
El arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García-Gasco, señala en su carta de esta semana que «el diálogo y la negociación con quienes se benefician del terrorismo suponen siempre una traición a las víctimas, que corroe los cimientos de la sociedad democrática», siguiendo la misma línea que Mariano Rajoy marcó en la primera jornada del debate sobre el estado de la nación, cuando acusó al Gobierno de «traicionar a los muertos». Según el prelado, «la lealtad institucional exige que los gobiernos actúen con determinación y fuerza contra quienes nos amenazan desde la violencia». García-Gasco rechazó, así que sea legítimo «usar la comprensión con quienes argumentan con armas y explosivos».
Además, el arzobispo de Valencia consideró que la lealtad institucional «exige que las responsabilidades de gobierno no sean encomendadas a quienes las vayan a usar para debilitar o fragmentar la comunidad». En este sentido, advirtió de que «los radicalismos y los modos tajantes de imponer un programa no son tolerables», en referencia a las «mayorías coyunturales que apoyan la acción de gobierno sin compartir la misma visión de la comunidad política». Con esta práctica, señaló, «se fomenta una grave contradicción política y se propone un duro golpe contra el buen sentido de los ciudadanos que quieren vivir en unidad y en paz».
En su carta, titulada Lealtad institucional y madurez democrática, García-Gasco afirmó que una sociedad democrática «supone personas activas, con criterio, que tienen sus propias convicciones y que les repugna un gobierno que quiera dirigir sus creencias a golpe de silbato».
El prelado sostuvo que «la virtud propia del buen gobernante es la lealtad con su comunidad, la lealtad institucional», y que ello le obliga «a respetar el bien común, y a rectificar aquellas propuestas electorales que chocan con el bien de las personas y de la sociedad». Así, continuó, «la recta acción de gobierno debe tener en cuenta sólo el bien común, sin ser cautiva de los intereses de unas minorías radicales».
García-Gasco manifestó que «una sociedad libre valora de modo muy positivo que los ciudadanos expresen comunitariamente sus convicciones con pleno respeto a los demás, especialmente las religiosas». Según dijo, la lealtad institucional «exige que la libertad religiosa sea bien entendida y practicada». A este respecto, subrayó que «la acción de gobierno no puede desconocer el papel de las comunidades religiosas en la contribución al bien común».
En el caso de Valencia y sus expresiones religiosas, el arzobispo elogió que «los valencianos tenemos la dicha de podernos manifestar así como pueblo». Citó como ejemplo las recientes fiestas de la Mare de Déu, en las que «se genera una colaboración entre el gobierno autonómico, el municipal y la comunidad cristiana que se traduce en la satisfacción de las personas, las familias y de la comunidad cristiana por poder manifestar el amor a la Mare de Déu de manera pública, alegre, festiva y profundamente sentida». Todo ello «hace comprender que Valencia tiene una de sus señas de identidad más noble en la veneración hacia su Patrona», según dijo.
Asimismo, el arzobispo de Valencia aseguró que «las democracias más maduras y consolidadas son las que más han desarrollado la lealtad institucional, sin caer en los radicalismos» y, que en ellas, «los cambios de gobierno no suponen un absoluto vencedor y un absoluto vencido».
Quisiera pedir al presi ZP que a partir de hoy, los miembros de su gobierno comiencen a hablar de religión, y corrijan a la curia en cuestiones de fe; y comiencen a indicar a los cristianos como deben entender determinadas cuestiones del evangelio.
La ICAR demuestra, una vez más, que además de una religión se ha convertido, de facto, en una fuerza política de oposición. Ya no sólo discuten medidas sociales que pudieran entenderse como cuestiones morales, ahora ya discuten hasta la política antiterrorista, y lo hacen para pedir que no haya diálogo ni perdón, que creo que es lo más opuesto al evangelio que se puede exigir, sólo le ha faltado pedir la pena de muerte para los terroristas. Pero vamos por partes:
«el diálogo y la negociación con quienes se benefician del terrorismo suponen siempre una traición a las víctimas, que corroe los cimientos de la sociedad democrática»
«la lealtad institucional exige que los gobiernos actúen con determinación y fuerza contra quienes nos amenazan desde la violencia»
García-Gasco rechazó, así que sea legítimo «usar la comprensión con quienes argumentan con armas y explosivos».
¿Cómo? ¿Un cristiano criticando diálogo y negociación? ¿Dónde está tu otra mejilla alma de Dios?
¿Y si ese diálogo consigue evitar que haya más muertes? ¿Es también ilegítimo?
¿Es que de golpe, señor obispo, te has olvidado del nuevo testamento y te has pasado al viejo? ¿O es que te has olvidado del nuevo régimen (ese que empezó finalizando los años setenta) y te has vuelto al antiguo? ¿Con Franco estabas mejor señor Obispo?
«exige que las responsabilidades de gobierno no sean encomendadas a quienes las vayan a usar para debilitar o fragmentar la comunidad»
Resulta que la comunidad, señor obispo, los votó mayoritariamente, con más de un 40% de los votos, más otro 20% de votos a partidos nacionalistas que apoyan (con sus pros y sus contras) a este gobierno. Yo diría que quien la fragmentaba ('Creaname, Irak tiene armas de destrucción masiva") son los que están sólos y aislados en la oposición. Sí, los mismos a quien, señor obispo, apoyas incondicionalmente.
«mayorías coyunturales que apoyan la acción de gobierno sin compartir la misma visión de la comunidad política»
Claro, las mayorías siempre son coyunturales, se llama democracia. No como cuando tú mandabas en los tiempos de Franco, que ni minorías ni mayorías, era tu palabra y nada más.
«supone personas activas, con criterio, que tienen sus propias convicciones y que les repugna un gobierno que quiera dirigir sus creencias a golpe de silbato».
Aquí si que hay que ser vergonzosamente cínico, y me corto en no decir algo más. ¿Quien cojones intenta imponer las creencias a quien? ¿Quien es el que quiere decidir lo que está bien y está mal para todos los ciudadanos? La ley de matrimonios homosexuales permite que quien quiera se case y quien no quiera no lo hace. No obliga a nadie a casarse ni ha hacerse homosexual. Es la iglesia, la tuya, la que quiere imponer una única forma de ver el matrimonio y la negación a los homosexuales de una serie de derechos.
¿Quien es el que quiere imponer creencias a golpe de silvato? No me seas hipócrita señor obispo. No tienes el más mínimo derecho a hacerte la víctima porque el gobierno no acepte tu campaña homófoba. No tienes derecho a ir de víctima porque no puedas imponer tus creencias a toda la sociedad.
Me da que, de nuevo, añoras el antiguo régimen, donde la ICAR era quien marcaba lo que era moral y lo que no a todo el mundo. Añoras imponer de nuevo tu teocracia.
«a respetar el bien común, y a rectificar aquellas propuestas electorales que chocan con el bien de las personas y de la sociedad».
«la recta acción de gobierno debe tener en cuenta sólo el bien común, sin ser cautiva de los intereses de unas minorías radicales».
Bien común que marcas tú, único portavoz válido, quien defiende una sociedad homófoba...
¿Y cuando llames radical a alguien sería mejor que dijeses quien? ¿De quien es cautivo este gobierno según tú?
¿O es que el problema es que el gobierno no es cautivo de la ICAR como a tí te gustaría?
En fin, más de lo de siempre. Pero sí que me gustaría que la ICAR se estableciese como partido político para ir a las elecciones a pedir el régimen teocrático que solicitan, pero no tienen lo que hay que tener para ir a una elección a darse cuenta que con su programa ultraconservador y homófobo no conseguirían más que sacarle unos poquitos escaños al PP. El presentarse a hacer política les haría afrontar que no cuentan con el respaldo de casi nadie.
Así que mejor, mucho mejor, mantenerse en una oposición no partidista y diciendo que hablan en nombre de todos los católicos, incluso de los que, como yo, hemos renegado de ellos y de su dios hace décadas.
Si apostatar sirviese de algo verían la cantidad de gente que les gritaría ¡NO EN MI NOMBRE, NO CON MI SILENCIO!
Pero como juegan sucio a la hora de no permitir la apostasía real, el único modo de decírselo es por medios como este modesto blog.