Copio una entrevista encontrada en un foro:
Los "matrimonios homosexuales" son sólo la punta del iceberg de un plan demoledor» sostiene Monseñor Juan Antonio Reig / Obispo de Segorbe-Castellón y presidente de la Comisión Episcopal de la Familia es uno de los prelados más claros y rotundos en sus declaraciones, especialmente cuando se refiere a la familia y al matrimonio. Esta entrevista, dada a publicidad en los días previos a la gran manifestación del 18 de Junio el prelado español resume su apreciación sobre el enorme daño que causaría a la sociedad la aprobación de una ley de "matrimonio" entre personas del mismo sexo y todo lo que viene detrás de ello.
Por Álex Navajas
-En el caso de la equiparación de las uniones del mismo sexo con el matrimonio se han pronunciado en contra el Consejo de Estado, el Consejo General del Poder Judicial, la Academia de Jurisprudencia, las distintas confesiones religiosas, etc. ¿Por qué cree que el Gobierno no ha tenido en cuenta sus opiniones?
-La razón es evidente. Este proyecto de ley, seguido de una fuerte campaña mediática plagada de engaños, no es más que la punta del iceberg de un plan demoledor concebido desde el laicismo militante y el feminismo radical. El objetivo último de todo este «tsunami» legislativo es destruir la civilización cristiana, ya que en ella se ha gestado la «antropología adecuada». Para ello se manipula el lenguaje hablando de «nuevos derechos» inexistentes, se cambia la identidad de la persona (unidad cuerpo-espíritu); se borran las huellas de la diferencia sexual (varón-mujer) encaminada a la reciprocidad mutua y el don de sí; se destruye la institución matrimonial (comunidad de vida y amor orientada a la procreación) y se dinamita la familia con las consiguientes relaciones familiares: paternidad-maternidad-filiación.
Marxismo.
-¿Y hasta dónde cree que se pretende llegar?
-Este programa completo, junto a la distorsión de la sexualidad como dimensión de la persona, pretende la imposición de la «ideología de género» en
la que se concitan reductos del pensamiento marxista y neoliberal radical para conseguir una sociedad «sin clases» de sexos.
-¿A qué se refiere? ¿A una especie de sociedad «asexuada»?
-No; es el concepto marxista de sociedad sin clases, en este caso sin sexos definidos. Ya no hay tan sólo varón y mujer, sino varios sexos: heterosexual, bisexual, homosexual. Se trata de un concepto anárquico de libertad que quieren imponer. Para ello se toma como pretexto la inclinación homosexual y la
exaltación de la mujer destruyendo el estorbo de la naturaleza humana.
-¿Qué consecuencias cree que se derivarán de la aprobación de la ley?
-El nuevo frente de batalla será la educación y la cultura. Los llamados cursos de educación sexual serán el camino para continuar la disolución de la persona, el cambio de conceptos en anatomía y la nobilización de cualquier tipo de parafilia sexual que será exaltada por las expresiones artísticas y culturales. En este proyecto, la naturaleza de la persona quedará engullida por la llamada «nueva cultura» que, desde el relativismo y el nihilismo, nos encamina hacia la abolición de lo humano. Por eso considero importante la manifestación del 18 de junio y rezo para que sea todo un éxito.
-¿No teme que ésta trate de ser instrumentalizada por algún partido para sacar rentabilidad electoral?
-El asunto está claro: la convoca el Foro Español de la Familia, que incluye a grupos confesionales y aconfesionales, pero que les une el respeto por la familia. Si después hay más grupos que coinciden con esta visión de la familia y se quieren sumar, son bienvenidos.
A Dios antes que a los hombres.
-El próximo domingo se leerá en misa precisamente el pasaje de san Mateo en el que Cristo afirma que «si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo». Para los católicos es triste ver a políticos que son más fieles a su partido que a Dios. Supongo que será más triste aún para los pastores...
-Sin duda. Pero es que ningún político católico con la conciencia rectamente formada -y es importante insistir en este punto, «rectamente formada»- puede votar a favor de esta ley inicua. Si no, se produce una esquizofrenia, al distinguir entre vida privada y lealtad al partido. Esto no puede ser así, porque la conciencia es unitaria.
-Y ya metidos en temas más teológicos, ¿qué ocurre si un político católico votara a favor? ¿Se trataría de pecado grave, de excomunión...?
-Sí, sería un pecado grave. Para reparar la gracia, obviamente hay que confesarse pero, en este caso, además, hay que reparar el mal, tratando de promover condiciones que reparen el mal cometido. Es como, por ejemplo, en el robo. Hay que recibir el perdón en el sacramento, pero después devolver lo robado.
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