Al final el camarero me dejó un momento para impedir que su jefe intentase arrearle al cliente con un taburete.
Yo sólo llegué al final, no sé lo que venía de atrás, pero no vi ninguna actitud por parte del cliente que justificase lo sucedido, estaba un poco contentillo, vacilón, pero no dijo ninguna faltada ni incorrección. Simplemente estaba de cachondeo en un tono divertido.
Cuando al dueño del negocio empezó a cabrearse intentó disculparse, intentó razonar, apeló a que eran amigos y en un lamento en voz alta del tipo 'no creo haber dicho nada que justifique un enfado' el dueño del negocio se abalanzó sobre él agarrándolo y tratando de echarlo a empujones del local. Incluso cuando le rompió la camiseta, el cliente simplemente le agarró el brazo para intentar que no le golpease mientras intentaba calmarlo. A cambio recibía empujones, amenazas de llamar a la policía, y acusaciones de borracho, putero, y no sé cuantas cosas más.
Sin haber visto nada de lo sucedido anteriormente parece que simplemente al dueño se le cruzaron los cables, ese momento que he visto en tantas personas en que simplemente supera la línea del raciocinio y parece dejarse llevar por un impulso agresivo. En ese instante parecía que sólo quería hacer daño, como fuese, incapaz siquiera de escuchar los argumentos del otro y buscando insultos y acusaciones que justificasen su agresión.
Yo, evidentemente, no hice ni caso. La cosa no iba conmigo, ni con los empleados, ni con el acompañante del cliente. Y éste se bastó para impedirle al agresor conseguir hacer verdadero daño (era unos 25 años más joven y aparentemente también bastante más fuerte). En otra situación incluso podría intentar mediar, pero estaba en una situación en que era muy difícil (sólo podría conseguir sufrir yo también las iras del dueño) y por suerte también innecesario.
Me da mucha pena que haya gente con esos prontos agresivos, y que con el paso de años y años no haya conseguido aprender a dominarse. Hoy podrían haberle partido la crisma por su actitud y tuvo verdadera suerte de que el otro reaccionó de forma pacífica y racional. Pero incluso aunque hubiese salido con un par de puñetazos y un pómulo roto, dudo que ese tipo aprendiese a controlar su mal genio. Es algo que parece ir más allá de su capacidad, como digo, ya lo he visto antes, y es algo que sólo superas si te empeñas en superarlo (yo tenía esos prontos de niño, aunque creo que ya los he conseguido dominar)
No puedo decir el nombre del comercio, evidentemente, ya que al haber tan poca gente viendo lo sucedido no sería difícil identificarme, y hablar mal de un cliente en mi blog puede costarme un puesto de trabajo. Pero es evidente que el agredido no volverá, que muchos amigos suyos tampoco, que yo no iré y que contaré a mis amigos lo sucedido (no en el blog, pero sí de forma privada), con lo cual es probable que tampoco vayan nunca por allí. El agresor va a salir perdiendo. En este tipo de cosas siempre salen todos perdiendo.
Ha sido un trabajo absolutamente absurdo.