El caso es que hay un acuerdo Betis-Valencia para traspasarlo. Y hay acuerdo Joaquín-Valencia. Pero, Joaquín no está de acuerdo con su finiquito.
El caso es que en el contrato de Joaquín hay una cláusula por la que puede ser cedido al equipo que diga el Betis.
Y Lopera, ni corto ni perezoso, ayer a las 2 de la tarde, le dijo que estaba cedido al Albacete, y que si no estaba allí antes de las 8 de la tarde tendría una multa de 3 millones de euros. Y Joaquín, que tenía billete para Valencia, se tuvo que tomar su coche e irse a Albacete, donde se fotografió junto al campo porque las oficinas del Albacete estaban cerradas.
Toda la situación me parece de un auténtico mafioso. Lopera tiene pinta de que quiere estafarle dinero a Joaquín, y en vez de dirimir la cuestión en los tribunales, le amenaza con destruirle su carrera si no renuncia a un cierto dinero. Eso es un simple chantaje.
Un modo de obrar muy propio de ese personaje que tiene la catadura moral de un Jesús Gil o similar, un ejemplo más de presidentes populistas que son felices teniendo un gran protagonismo en los medios mientras llevan un club deportivo como si fuesen los dictadores de alguna república bananera.
Lopera, por actuaciones como la de ayer, debería ser enchironado. El chantaje es un delito, así de simple. Otra cosa es que a Joaquín no le interese denunciar, pero es un chantaje. Eso sí, un sucio y deleznable chantajista que reza mucho, que así entienden algunos el cristianismo, le haces chantaje a un empleado tuyo mientras llevas la estampita de nosequé Virgen en la chaqueta.
El fútbol mejorará cuando personajes como ése, o Gil, o la presidenta del Rayo (si aún es presidenta) se larguen con sus negocios a otro lado.