Quisiera hacer un comentario decente ante esta horrible costumbre, pero me quedo sin palabras. Quizás es cierto aquello de que la interacción entre el pensamiento humano y la capacidad lingüística es más compleja de lo que imaginamos en un primer momento. Es una lástima que tenga que enterarme de este tipo de cosas para comprenderlo en el más alto grado.
Lo único que se me ocurre decir es que todo esto es culpa de la sociedad en que vivimos (comentario con el que no aporto nada nuevo que no se sepa). La existencia animal no es algo que se tenga en cuenta muy a menudo. De hecho, creo que es una costumbre muy arraigada lo de matar arañas, gusanos y ranas porque sí. Recuerdo que en un concierto oí a niños detrás de mi butaca torturar a una oruga, y a uno de ellos le pegué una bofetada. Resulta patético que no estuviese allí su padre para hacerlo él mismo, lo peor de todo es que no lo hubiera hecho, a lo mejor, incluso se hubiese reído con ellos ante el pobre destino de la oruga.
El problema es que la gente tiene la manía de clasificar a los animales en dos grupos: los que merecen morir y los que no. Desde el momento en que se hace ese tipo de distinciones se cae en un grave error que conlleva a las atrocidades que descubrimos día tras día como "algo normal" (y a quien no le guste que no mire, manda cojones, sobretodo para los que lo sufren). Y es que aquella antigua convivencia pacífica y armoniosa (que no sé si en algún momento realmente existió) que se dice que tuvo Francisco de Asís con los animales, ya no es frecuente, y estoy harta de escuchar risitas cuando me quejo de la barbarie que se comete con los pobres ratones de campo.
Porque desde pequeña me han enseñado a respetar la vida, sea del tipo que sea, y el egocentrismo patente en la humanidad, que se concentra en pensar sus virtudes y no analiza sus múltiples defectos para subsanarlos, me rebienta. Me rebienta porque nos creemos los más listos, los más evolucionados, los más "civilizados", y cuando vemos a alguien haciendo algo que se sale de los límites pre-establecidos moralmente, decimos : "qué animal", y yo propongo: ¿por qué no decir "qué humano"?. Por que aparentemente lo propio es lo bonito, y lo ajeno o incomprensible, malo. La palabra "bárbaro", que en su procedencia griega significaba "extranjero", ahora tiene connotaciones peyorativas; ¿si decimos eso de aquéllos que consideramos "iguales" (que para mí tienen tanto derecho a vivir como un toro o un gato), que haremos con los animales, "subalternos", "inferiores", "propiedad de la raza humana"?
Cada vez se delega más la potestad de la enseñanza y la educación en la escuela y los padres tienen menos que ver en la formación (tanto cultural como moral) de los hijos. Con esto no me refiero a la opresión conservadora, si no al diálogo y el razonamiento entre las generaciones. Algunos padres deberían enseñarle a sus hijos a amar la vida y viceversa, pongo el ejemplo de la familia porque es más fácil para un niño creer a su padre que a un compañero de clase. Pero esto no ocurre, y los niños se dejan "al barbecho", así como las costumbres de la sociedad. Seguro que las "pelis para niños" estilo Pocahontas no les venían mal a más de un piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii de los que andan por ahí sueltos.
La retórica no es lo mío, pero ideas sangrientas no me sobran tras este comentario. Y me callo ya , por el bien de vuestros ojos y de una posible úlcera en mi ahora retorcido estómago.
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