
Ninguno de ellos sigue investigando, no es que su investigación se viese superada por otras, o que no fuesen productivos, o que lograsen sus metas y no quedase nada más por aprender en su campo.
No, simplemente todos ellos terminaron tirando la toalla, porque las condiciones para investigar sólo sostienen a veinteañeros con una enorme fuerza de voluntad y amor por lo que hacen, luego, unos pocos privilegiados pueden quedarse estables como profesores universitarios, y es su mejor salida, los demás se ven como la ciencia se vuelve incompatible con cosas tan normales como tener una casa o formar una familia. Nadie puede afrontar una hipoteca con una beca de mileurista, y digo beca porque ni siquiera es un contrato. Al final, oposiciones si pueden, o a la empresa privada a hacer alguna cosa que casi nunca está relacionada con su especialidad o su investigación. Mentes brillantes perdidas para la sociedad en trabajos donde su conocimiento, adquirido tras muchos años de trabajo muy intenso, se pierde para siempre.
Lo he visto tantas veces que parece el final normal, se repite más que el argumento de un episodio del Equipo A.
Siempre he pensado que lo que más necesita una sociedad, la nuestra y todas porque ya no hay categorías estancas, es aprender. Si tienes a mil personas buscando formas de mejorar lo que somos como ciudadanos encontrarás algún modo de hacerlo, un material mejor y más barato, un medicamento nuevo, una forma mejor de comprender la realidad que te rodea. Pero si en vez de tener a mil tienes a cien mil es probable que consigas todas esas cosas.
¿De qué sirve tener cien mil mentes brillantes trabajando de profesores de instituto o gestionando seguros de automóvil? De mucho menos, sin duda, que investigando. Sólo tenemos que crear las condiciones necesarias para que eso suceda, todos saldremos ganando. Y recortar el presupuesto de investigación, no es el camino, de eso no cabe duda.

11:25 del 2009-10-07 #
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