Los planes de ajuste que están aplicando Grecia, Portugal, España y otros recuerdan necesariamente a los planes de ajuste que el Fondo Monetario Internacional (FMI) impuso a los países latinoamericanos en la década de los ochenta. Aquellas reformas fueron entonces un absoluto fracaso en lo que se refiere a sus propósitos oficiales, y las consecuencias fueron especialmente dramáticas en términos tanto económicos como sociales. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) consideró a posteriori aquellos años como una década perdida, y el premio nobel J. Stiglitz llegó a decir que “la reforma no sólo no ha generado crecimiento, sino que además, por lo menos en algunos lugares, ha contribuido a aumentar la desigualdad y la pobreza” (Stiglitz, 2003).