El primero es el inicio del acto tercero, El rey de los duendes y la reina de las hadas se han enfadado y van a coincidir en un claro, antes de eso se encuentran Puck que sirve al rey Oberon y una de las hadas de la reina Titania:
PUCK. -¡Hola, espíritu! ¿Hacia dónde vagas?
HADA. -Sobre el llano y la colina, entre arbustos y rosales silvestres, sobre el parque y el cercado, por
entre el agua y el fuego; por todas partes vago más rápida que la esfera de la luna, y sirvo a la reina de las
hadas para rociar sus círculos verdes. Las altas velloritas son sus predilectas. Veréis manchas en sus mantos
de oro: son los rubíes, ofrendas de hadas; en sus motas rojizas residen sus perfumes. Allí debo buscar
algunas gotas de rocío y prender una perla en la oreja de cada prímula. ¡Adiós, tú, el más grave de los
espíritus! Me voy. Nuestra reina y todo su séquito vendrán en seguida.
PUCK. -El rey celebra aquí sus fiestas esta noche. Cuida de que la reina no se presente ante su vista, pues
Oberón está muy enfurecido contra ella porque lleva de paje a un hermoso doncel, robado a un monarca de
la India. Jamás había tenido ella un cautivo tan encantador; y el celoso Oberón habría querido hacer al
muchacho caballero de su séquito, para recorrer los bosques inaccesibles, pero ella retiene por la fuerza al
amado mozalbete, le corona de flores y cifra toda su alegría en él. Y por eso ahora nunca se encuentran en
gruta, pradera, clara fuente o a la brillante luz de las estrellas sin que se querellen de modo que todos sus
duendes, llenos de miedo, se deslizan dentro de la corteza de las bellotas y se esconden allí.
HADA. -O me engaña en absoluto tu exterior, o tú eres ese duende maligno y despabilado que llaman
Robin el Buen Chico. ¿No eres aquél que asusta a las mozas aldeanas, espuma la leche y, haciendo inútiles
todos los esfuerzos del ama de casa, impide que la manteca cuaje y otras veces que fermente la cerveza? ¿No
extravías a los que viajan de noche y te ríes de su mal? A los que te llaman Aparición y dulce Puck les
adelantas el trabajo y les das buena ventura. ¿No eres tú ese?
PUCK. -Hablaste, hada, con acierto. Soy ese alegre rondador nocturno. Yo divierto a Oberón y le hago
sonreír cuando atraigo a algún caballo gordo y bien nutrido de habas imitando el relincho de una yegua
joven. Y a veces me acurruco en el tazón de una comadre, en forma de pero cocido, y cuando va a beber
choco contra sus labios y hago derramar la cerveza sobre su marchito seno. La prudente tía, refiriendo un
cuento triste, suele equivocarme con su banqueta de tres pies; entonces resbalo por entre su nalgatorio, ella
da de bruces y grita: «¡Sastre!», y cae en un acceso de tos. Y al punto la concurrencia, apretándose los
costados, ríe y estornuda y jura que nunca ha pasado allí hora más alegre. Pero ¡aléjate, hada, que aquí viene
Oberón!
HADA. -Y también mi señora. ¡Ojalá él se marchara!
El segundo fragmento es el final de la obra, con un monólogo de Puck despidiéndose:
PUCK. Si nosotros, vanas sombras, os hemos ofendido,
pensad sólo esto y todo está arreglado:
que os habéis quedado aquí dormidos
mientras han aparecido esas visiones.
Y esta débil y humilde ficción
no tendrá sino la inconsistencia de un sueño;
amables espectadores, no nos reprendáis;
si nos perdonais, nos enmendaremos.
Y, a fe de honrado Puck,
que si hemos tenido la fortuna
de escaparnos ahora del silbido de la serpiente,
procuraremos corregirnos de inmediato.
De lo contrario, llamad a Puck embustero.
Así, pues, buenas noches a todos.
Dadme vuestras manos, si es que somos amigos,
y Robin os lo restituirá con resarcimiento.
Me enamoré de esta obra viendo en el cine "El club de los poetas muertos" donde sacan estas dos escenas concretamente. Y mi fascinación aumentó un tiempo después cuando fui a ver una adaptación del Centro Dramático Gallego al teatro y me colé en el patio de butacas para verlo todo cerquita. Desde que hago teatro sueño con hacer el papel de puck, estoy dispuesto incluso a adelgazar y afeitarme para poder parecer un adolescente (en mi imaginación Puck tiene pinta de adolescente)
Algún día estaré en un escenario recitando este final y la gente aplaudirá hasta que le duelan las manos, pero no será por ahora, en mi compañía no tenemos capacidad para poner en escena una obra como esta...
Y si no se cumple mi deseo da igual, es un sueño, y como tal es imperecedero.