Echo de menos a Lyra y a Will, los dos niños protagonistas, ella es vital, alegre, mentirosa y dotada de un gran orgullo en el buen sentido del término. El es callado, tenaz, luchador y dotado de un gran sentido del deber, unos caracteres un poco tópicos que sin embargo están tan cuidadosamente diseñados que se hacen creíbles. Los echo de menos, y mucho, han sido unos amigos entrañables durante el tiempo que los acompañé en su lucha, por que estos libros van de eso, de una guerra, de la vida en tiempos de guerra.
Lo primero que habría que decir es que estos libros son de género fantástico, en sus páginas aparecen osos acorazados, brujas y ángeles, pero no son libros para niños. El estilo es sencillo y emotivo, los ritmos son rápidos como corresponde a literatura infantil, pero también cargados de profunda ironía y crítica sociohistórica que probablemente sólo un público adulto pueda comprender. Antes de entrar en un spoiler contaré que Lyra es una niña que se ha criado en un Oxford de otro universo y que será arrastrada a una lucha titánica contra la iglesia, una lucha que decidirá el destino de todos los mundos. Durante sus aventuras conocerá Will, un chico solitario que ha cuidado toda su vida de una madre enferma y que busca a su padre desaparecido.
Toda la trilogía está cargada de frases extraordinarias, que marcaré cuando relea los libros, algo que no tardará demasiado en producirse. Pero la idea central es muy buena y... un spoiler. Así que la pongo en texto invisible que si alguien quiere verlo sólo tiene que marcar con el ratón, como si fuese a copiar el texto. De todos modos es un spoiler pequeñito, no impedirá a nadie disfrutar de los libros. Contaré algo del final de Lyra y Will, que nó del final de la historia que protagonizan.
El caso es que Lyra es hija de dos seres opuestos pero inmensamente poderosos, su madre es una ferviente creyente, fiel servidora de la iglesia y fundadora de una de una de sus ramas más escalofriantes y un ser absolutamente despreciable que no duda en torturar o mutilar niños para sus propios fines, su padre es alguien que ha decidido luchar contra la tiranía de la iglesia y lo ha hecho preparando una guerra contra Dios para acabar con la tiranía de sus fieles (y del propio Dios) en todos los mundos. Lyra y Will son las piezas claves en esa guerra pues son sus decisiones las que marcarán un sentido u otro en las batallas. Por un lado la terrible iglesia, que no duda en mutilar a los niños para tratar de evitar que caigan en el pecado original, y por otro las fuerzas que se revelan contra el mismo Dios, buscando que todos los mundos puedan ser felices de nuevo.
Y esos dos chicos que viven de todo durante tantos mundos, que irán al mundo de los muertos, que se salvarán la vida mutuamente, que se enamorarán hasta lo más profundo de sus almas, dos seres que han vivido todo juntos, que son complementarios, que están destinados a vivir juntos como varios personajes profetizan (sois tal para cual). Uno de esos amores de cuento de "la princesa prometida", un 'amor verdadero' como diría el Milagroso Max. Pues esos dos chicos, al final, se ven obligados a vivir separados.
Y ahí es donde me he cabreado con el autor, nos muestra una guerra contra la iglesia represora de felicidades y placeres, nos muestra que eso que nos han contado los curas del sacrificio del placer para alcanzar la virtud es una pura mierda (con perdón) y luego él hace exactamente lo mismo. Nos hace ver que ambos han de sacrificarse para un bien común, que el más puro y perfecto de los amores debe separarse de por vida porque eso es necesario para una causa mayor.
¡¡ Tus muertos señor Pullman!! ¿Por qué condenar a tus personajes a la infelicidad? ¿No había otra manera de resolver el libro? ¿No había otra manera de mostrar que la iglesia es una cercenadora de felicidad sin cercenar tu mismo la felicidad de Will y Lyra?
¿Es que no eres capaz de ser coherente con la idea que trasmites y buscar un final no dramático para los protagonistas? No tienes derecho a negarles lo que ellos han conseguido para los millones de personas de todos los mundos. Eres un chapuzas de escritor si no eres capaz de conseguir un buen final sin destrozar con ello todo lo que habías contado antes.
Me temo que no seré nunca un buen escritor, no me gustan los finales tristes, no soporto ver a Ender herido y derrotado para toda su vida al final del primer libro, ni me gusta ver a Frodo decir que ha salvado La Comarca, pero no para él (aunque en su caso el don que le conceden los Elfos compensa esa pérdida) y no me gusta pensar en Lyra y Will separados para siempre. No me gustó lo más mínimo que un niño robot programado para amar de forma absoluta e incondicional a su madre sepa que al final del día ella morirá y tenga que condensar toda su felicidad futura en esas pocas horas.
No soporto imaginarme un final de La princesa prometida que terminase así:
" Desde la invención del beso, ha habido cinco besos que fueron los más apasionados, los más puros. Este los superó a todos. Y un instante después debieron separarse para siempre. The End "
Y no hay una razón para hacerlo, por eso me he cabreado.