Lo que más me ha llamado la atención ha sido por un lado la edad de los manifestantes, no eran chiquillos insensatos precisamente, y por otro la elección de insultos, en palabras de Bono: "me llamaban apóstata, defensor de los maricones, asesino". Es simplemente increíble que en el siglo XXI se insulte a alguien llamándole defensor de maricones y apóstata. El grado de profunda intolerancia que destila eso está casi a la altura de las agresiones.
Eran gente de la otra España, aquella que debió quedar muerta y enterrada cuando se mató y enterró a la dictadura.
También me llama la atención muchísimo el grito a coro de "Acebes no mintió", que demuestra también otras muchas cosas, entre otras que aquí lo que dicen los jueces sólo se cree cuando interesa, y que se puede creer que las investigaciones policiales nacionales y extranjeras se pueden dirigir, incluso por los partidos políticos de la oposición, incluso las investigaciones de la Europol y la Interpol. No hay pruebas, no hay indicios, las policías han dicho claramente que no fue ETA, pero a los fanáticos no les importa, quieren creer lo que otros afirman, haya pruebas o no.
Esto no ha sido como aquel zarandeo de un concejal cuando lo del Prestige, entonces uno podía entender el estado alterado de los pescadores, todo estaba muy caliente en la calle, había un hecho puntual, gravísimo y muy cercano en el tiempo que lo explicaba. Ahora no sucede nada por el estilo, el 11M sucedió hace 10 meses. Encontrar una explicación a lo sucedido ayer es difícil.
O quizá no, quizás la explicación sea el profundo estado de crispación que han provocado el PP con su presidente de honor, Aznar, diciendo por activa y por pasiva que Zapatero se valió del atentado terrorista para ganar, o que se plegó a los deseos de Al-Quaeda al irse de Irak; o las llamadas de dirigentes del PP a provocar la crispación necesaria para provocar elecciones anticipadas, o que Acebes siga defendiendo que ETA participó en el atentado y no haya pedido jamás perdón por llamarnos miserables a quienes no lo creímos cuando nos estaba mintiendo (o contando una cosa falsa, como prefieran).
Y muy probablemente la Iglesia Católica ha ayudado al llamar a sus fieles a filas contra el gobierno, al apoyar manifestaciones, con sus continuas llamadas a la homofobia, con ese discurso absurdo sobre el laicismo y la laicidad, y sus acusaciones de que la ley de parejas de hecho ataca las bases de la sociedad y quebrarían el estado del bienestar. O esa acusación de ayer del señor Rouco tildando a Madrid de ser casi como Sodoma y Gomorra.
Se puede seguir cabreando al personal, llamando a los fieles a la lucha constante, pero luego suceden cosan tan penosas como las de ayer. En el deporte al directivo que hace cosas por el estilo le cae un buen paquete de la comisión antiviolencia, y gracias a eso la violencia en los estados, más allá de hechos puntuales, ha estado descendiendo. En política la derecha va por el camino contrario, quiere a sus hooligans activos y cabreados.
Se puede seguir provocando, crispando, satanizando al contrario, se puede volver a las dos Españas. Pero no creo que nadie mínimamente inteligente considere que eso es una buena idea.
Sobre lo sucedido en la manifestación: http://www.periodistadigital.com/secciones/espana/object.php?o=42922
Sobre las declaraciones del Cardenal Rouco: http://www.periodistadigital.com/secciones/espana/object.php?o=42938