El argumento de la película es simple, y recuerda un poco a la magistral Con la muerte en los talones, para desviar la atención de un verdadero agente señalan a un inocente ciudadano que pasa por un aeropuerto y que tiene la peculiaridad de llevar calzado un zapato rojo. A partir de ese momento la CIA lo seguirá y tratará de sacarle la información a cualquier precio, la cosa se complica cuando uno de las agentes (Maddy) se lía con el sospechoso, un inofensivo y altamente despistado violinista.
Como sucede con toda obra maestra de género minoritario la película no fue demasiado aplaudida ni por crítica ni por público, así que sólo la recomiendo para los buenos aficionados a la comedia absurda de la década consagrada al cine absurdo. Seguro que los aficionados a las películas de zombies de serie B comprenden mi estupefación porque el mundo no comprenda las maravillas que visiono regularmente.