Vaya por delante que tengo, de siempre, dos ideas bastante fijas, de hecho casi podrían ser dogmas.
- La primera es que si una cosa puede suceder sucederá. Si de algo hay una posibilidad entre mil de que suceda, pero se producen las condiciones diez mil veces terminará sucediendo, y muy probablemente más de una vez.
- La segunda es que si algo puede hacerse aunque sea inmoral, y no hay castigo si se hace, terminará siendo la norma y no la excepción. Las grandes fortunas han encontrado todas las formas de evadir impuestos, muchos comercios buscan el modo de timar un poco al estado con el IVA (mis amigos empresarios se quedan todas las facturas de los restaurantes aunque no tengan nada que ver con su actividad) A mí me dolía mentir en mi anterior trabajo, al principio, luego mentía a los clientes (me pagaban para eso) sin problema alguno (o casi ninguno)
Esto es especialmente cierto con el estado. Aquí me temo que coincido con mis 'amigos' liberales y neoliberales (el entrecomillado es sólo para algunos) El estado tiende a abusar si se le permite. Y más aún cuando a quien se le permite es a los servicios secretos que no tienen un contrapoder que los controle, sólo se responden ante sí mismos y ante unos ministros del interior a quienes lo que la gente pide es detenciones y no que realmente garantice nuestras libertades.
Otra costumbre que arrastro desde hace muchos años, es que cuando se aprueba una ley no intento mirar el caso general, siempre evalúo el peor de los casos, siempre intento mirar a dónde nos llevará el que alguien abuse de esa ley.
Por eso, cuando apareció la famosa ley Corcuera con su patada en la puerta, yo sólo le vi problemas. No se trataba de que pudiesen dar una patada y detener a un ladrón, se trataba de que un policía podría dar una patada en mi puerta, acusarme de algo, y arrastrarme a un calabozo. Y la ley ampararía ese abuso. Y esa patada podría ser por capricho, o porque le caigo mal, o porque me estaba acostando con su hija. Sin un control judicial de lo que se hace la ley amparaba cualquier gilipollez que cualquier policía quisiese cometer.
Vale, no sería el caso general, pero lo que puede suceder (porque la ley lo ampara) sucederá, tarde o temprano, y lo que es inmoral pero no tiene castigo termina pasando de la excepción a la norma. Sucedería muy puntualmente al principio, pero a medida que los candidatos a abusones viesen que no tenían problemas con ello pasaría de la excepción a la norma.
Ahora nos están planteando grabar nuestras llamadas, quedarse con nuestros SMSs y nuestros correos y en general fiscalizar todas nuestras telecomunicaciones.
Y yo sólo puedo pensar en lo que eso implicaría. Gentes que no responden ante nadie capaces de saber prácticamente toda mi vida, secretos vendidos a empresas, a investigadores privados, a nuestras amantes. Chantajes, corrupción, control gubernamental de la ideología. Trabajos que no consigues porque el empresario tiene ante sí algo más que tu curriculum, el Opus o los Legionarios teniendo listas negras sacadas de sus amiguetes colocados en los servicios secretos...
Vale, no sería la norma al principio, pero todo lo que puede suceder terminará sucediendo, y todo lo que se puede hacer y no tiene castigo (ni siquiera contrapoder que lo controle) terminará poco a poco pasando de ser la excepción a la norma. Llevará cinco años, o diez, pero sucederá. Y la única forma de que no suceda es que no se abra la puerta a algo tan inmensamente deleznable.
Y ni siquiera será cierto que sirva para controlar el terrorismo, porque los terroristas no son tontos, si algo es importante no lo enviarán por mail, ni por sms, enviarán un enlace (una persona), o usarán algún otro tipo de mecanismo, o usarán criptografía, o enviarán diez mil correos con criptografía y escritos en sánscrito y no habrá quien descrifre eso para luego traducirlo, y sólo uno tendrá información relevante bien camuflada... No habrá más seguridad contra los terroristas, pero habrá muchísima menos seguridad contra los abusos del estado.
Y lo peor es que, abierta esa trampilla, me parece un camino sin retorno.
Un detalle importante, antes del 11S existía este mismo debate, pero no por el terrorismo sino por la pornografía infantil. Situado en perspectiva me parece claro que ni ellos mismos confían en evitar ni la pornografía ni el terrorismo, eso sólo son excusas, lo importante es controlar las telecomunicaciones porque hoy en día son casi toda nuestra vida. Sabrán con quien quedamos, donde estamos, como pensamos y los planes que hacemos a corto o medio plazo. El Gran Hermano está aquí, como predijo Orwell, y la gente parece que lo acepta con los brazos abiertos.
¿Y quienes son 'ellos'? Cualquiera con el dinero suficiente para pagar por esa información, o con el poder necesario para conseguirla e interés en hacerlo. Hagan sus apuestas, yo ya he puesto algunos por ahí arriba.
Sobre el tema reflexiona también, de forma muy interente, Dem (entre otros muchos) en http://egodem.blogspot.com/2005/07/se-cambian-libertades-por-falsas.html