Si algo sobra a sus demandas es sentido común: piden cosas tan revolucionarias como que se prohíban los rescates de bancos, que se eliminen las SICAV, que se aumente los impuestos a las grandes fortunas, que se sancione a los especuladores, que se reparta el trabajo para combatir el paro, que no se prolongue la edad de jubilación mientras el 50% de los jóvenes están desempleados, que la entrega de la vivienda sirva para saldar la hipoteca o que se expropie y se ponga en alquiler el stock de viviendas construidas y desocupadas. Pero también exigen que el Poder Judicial sea independiente y no esté politizado, que se destierre de la vida pública a los corruptos o que se deje de subvencionar a partidos y sindicatos.