Reconozco que tengo miedo de los antidisturbios, mucho, los he visto en directo y en diferido, y me han contado y he leído cosas todavía mucho peores que las que yo mismo he visto.
No confío en ellos, y por extensión, me resulta difícil confiar en otras fuerzas de seguridad como la policía nacional o los guardias civiles. Me consta que no soy el único en tener miedo de aquellos que supuestamente están ahí para velar por mi seguridad. Es algo irracional, sé que sin ellos seguramente viviría mucho peor, pero también sé que si fuesen otros menos violentos viviría mucho más tranquilo.
Tengo miedo de ir a según qué manifestaciones, porque sé que tienen posibilidades de terminar en carga policial y con ella el apaleamiento gratuito que un día puede tocarme a mí. El famoso vídeo de ayer noche http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=9zJCgUu5mtE no ha sido sino otra gota más en un vaso ya colmado (se puede ver, minuto 30, como un policía le pega un puñetazo a una viandante antes de liarse a porrazos con ella y su acompañante, mientras otros muchos policías los rodean. Después apalizan también a un reportero de prensa por sacar fotos de todo ello.
Siempre he dicho que una agresión a un policía debe estar penado con más contundencia que a otro ciudadano cualquiera, porque la agresión a un policía agrede a una persona, y a todas las que debe proteger. Pero por esa misma razón, el abuso de autoridad de un policía debería tener un castigo ejemplar. Es peor la corrupción policial y política que la empresarial, porque es corrupción por parte de quien nos debe proteger de la corrupción. Y la violencia policial es también terrible, porque es la violencia de aquellos a quienes hemos otorgado el monopolio de la violencia para defendernos a nosotros mismos de la violencia.
Ese señor, fácilmente identificable, y todos los que lo acompañan deberían ser apartados del cuerpo mañana mismo. Alguien que utiliza la violencia para satisfacer sus bajos instintos no puede, jamás, ser quien defienda a la sociedad de la violencia de otros.
No lo cesarán, no pasará nada. Nunca pasa nada. Se deja correr y que el asunto se olvide. Los jueces y los políticos les protegen.
Pero nada es gratuito, a cambio de esa impunidad yo, y muchos otros como yo, vamos por la vida teniendo miedo de la policía. A ratos, como cuando ves escenas como ésa, sintiendo verdadero odio porque es imposible no sentirlo. Y por extensión, sintiendo odio por por sus mandos, por los políticos y jueces que lo consienten, y por todo el sistema que lo sostiene.
La indignación crece. Un día estallará. Esperemos que ese estallido sea pacífico.